Cientos de malienses se dirigieron esta semana a la localidad de San, en el centro del país, para celebrar el Sanké Mô, un rito ancestral de pesca colectiva y uno de los eventos más importantes del calendario cultural del país que logró resistir a la pandemia y a la inseguridad que azota Mali. Inscrita en 2009 en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (UNESCO), esta fiesta que tiene más de 620 años se celebra este año en medio de altas medidas de seguridad y con la presencia del primer ministro, Choguel Kokalla Maïga, y altos responsables del gobierno transitorio maliense.

Este rito se organiza todos los años en el segundo jueves del séptimo mes lunar para celebrar la fundación de la ciudad situada en la región de Segou, en el centro del país. Las festividades comenzaron con cantos y rezos que encabezaron los descendientes de los fundadores de la ciudad, antes de proceder al sacrificio de animales (generalmente gallos y cabras) como especie de ofrendas a los espíritus que pueblan la laguna de Sanké, según la creencia popular. «Estos rituales sirven también para pedir una buena cosecha, la felicidad y la paz para el país en este año», dijo a Efe uno de los asistentes al ritual.

Una vez finalizados los rezos y danzas comienza el rito de pesca colectiva en la laguna de Sanké que dura varias horas. Mujeres, hombres y niños, pescadores aficionados y profesionales, todos se abalanzaron en masas en la laguna para pescar con redes de mallas de diferentes tamaños, finas y gruesas. Los participantes recurrieron también a otros medios como viejas mosquiteras y cestas de paja, y otros intentaron pescar con sus manos. La zona de San, azotada por ataques terroristas, tiene la particularidad este año de desmarcarse administrativamente de Segou tras convertirse en una región aparte, según la nueva repartición administrativa. Además, San se caracteriza por conectar con la única ruta que lleva al norte del país, y también por ser un cruce de culturas entre diferentes etnias como los «Bobo o Buwa» que simbolizan la valentía, los «Traoré», jefes tradicionales de la localidad, y los «Ndao» considerados como los patrones o protectores tradicionales de la laguna.

El primer ministro maliense insistió sobre la importancia simbólica de la región y subrayó que «el desarrollo solo es posible cuando está fundado sobre los valores tradicionales del país». Mali está sumido en una crisis de seguridad con ataques constantes de grupos terroristas, vinculados al Dáesh y a Al Qaeda, contra la población civil y las fuerzas de seguridad del Estado maliense. Además, el país africano está sometido a sanciones impuestas por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) después de que la junta militar que está en el poder (tras dos golpes de Estado) no cumpliera con su promesa de organizar elecciones el pasado febrero y decidiera extender la transición hasta marzo de 2024.

Autor: Idrissa Diakité

Fuentes: Agencia EFE

 

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