Todos los sábados se reúnen en un lugar modesto donde comparten sus creaciones y se someten a las críticas de los demás. Aprenden a expresar los sentimientos, la realidad o su visión de la vida mientras mejoran su pronunciación, expresión corporal y amplían sus referentes cotidianos.
La poesía slam (una mezcla de recital de poesía, rap, comedia y performance) se ha convertido en una herramienta de negocio, un arma mucho más poderosa que las que están acostumbrados a ver en Goma, la capital de Kivu del Norte (en el este de la República Democrática del Congo). Quien lo apoya con orgullo y dice que el slam es el arte de escucharse, ‘el encuentro entre la boca y el oído’, no descansa porque nació entre los años 90 y los primeros años de este siglo.
De la mano de Depaul Bukulu, cofundador de Goma Slam Session, accedemos a uno de sus ensayos habituales de los sábados. Tres horas en las que ponen a prueba su expresión escrita, oral o corporal y se someten al veredicto de sus compañeros que, entre aplausos o abucheos, expresan en tiempo real lo que sienten, y lo que les provoca. Posteriormente, en un análisis más detallado, recuerdan palabras cuya dicción era incorrecta o momentos en los que la música se superponía al texto.
Los veteranos apoyan a quienes les cuesta superar la vergüenza de ponerse al frente del grupo. Son el centro de todas las miradas y captan la atención de todos aquellos que, además de poner a prueba su creatividad, están ahí para aprender y mejorar su técnica. Es un espacio de libertad donde se cultiva el espíritu crítico y la autoestima y se promueven valores como la paz y la tolerancia. Un oasis donde los 143 miembros que componen el colectivo -30 de ellos mujeres- se permiten dejar de pensar en el conflicto que azota el este de la RDC desde hace tres décadas y centrarse en talleres de escritura y proyectos que están dando frutos. Es el poder de la palabra –la fuerza que adquiere cuando la cantas con determinación y te apoyas en un ritmo musical pegadizo– lo que hace que nadie se atreva a desconectarse del momento en que se comparte.
“La sesión de slam es una de nuestras actividades, de nuestros programas, en el colectivo. Hay talleres semanales que organizamos para comentar los textos y el recital que están trabajando los slammers o aspirantes a slammers. Se trata de dar nuestra opinión para que todos podamos aprender de los demás y que evolucionemos juntos. Leemos los textos, compartimos nuestras experiencias y nuestras ideas en relación con la escritura o la sociedad. El objetivo es acercar nuestra vida cotidiana, nuestra forma de pensar y de cultivar la palabra”, explica uno de los fundadores de Goma Slam Session.
Hay dos pautas específicas en la Goma Slam Session: ‘cuidado con el plagio’ y ‘es prudente señalar y tolerar, respetando nuestros diferentes puntos de vista’. El estilo es libre porque no quieren limitar la creatividad de quienes acuden a las discotecas intentando ser ellos mismos. Pero existen reglas en la construcción de poemas orales, historias habladas en rima, que van aprendiendo poco a poco a medida que son corregidos por sus compañeros, u observan sus reacciones durante su interpretación.
En las sesiones del sábado se sienten a gusto y se dejan llevar. Que alguien elogie una obra no significa que quien se exprese luego la apoye, y este encuentro de opiniones diferentes crea un clima de confianza y complicidad en el que la crítica es constructiva y todos son conscientes del bien que les hace convertirse en slammers. Además de los sábados, el colectivo organiza encuentros maarifa (pensamiento) que son un momento de discusión e intercambio basado en un tema relacionado con la paz o el conflicto en la región donde a menudo se tocan temas de actualidad que preocupan a los jóvenes participantes. La actividad se desarrolla en torno a una hoguera, lo que acerca la improvisación a la construcción del cuento tradicional africano, donde reina el poder del storytelling.
También organizan una Slam Night a finales de cada mes para aquellos que se sienten preparados para enfrentarse a un público desconocido. Aquí, la temática suele centrarse en las dificultades diarias a las que se enfrentan. Con el programa ‘Slam in Schools’ han enseñado a más de 20.000 niños y niñas en más de 20 escuelas de Goma qué es la poesía slam. “Aprender a expresarnos en el contexto de conflicto en el que vivimos y en el que hemos aprendido a aceptarlo todo sin hacer preguntas” es, según Bukulu, el objetivo. También se centran en menores que han sufrido violencia sexual mediante la eslamoterapia, para ‘curarse con las palabras’ y aprender a liberarse de lo que les oprime y volver a ser ellos mismos tras el trauma.
Fuentes: https://www.southworld.net/
Foto: the economist