Antes de la llegada de los colonizadores nuestros antepasados ya producían objetos fruto de la existencia de una industria. Esto es tejido, forja, cerámica, escultura y cestería», detalla a Efe el director del nuevo Museo Nacional, el profesor de Historia del Arte Henry Bundjoko Banyata.
A su juicio, este moderno edificio servirá para «hacer emerger a la superficie» el rico pasado cultural de este enorme país africano.
El museo, vistoso por sus columnas blancas exteriores y el ladrillo visto de la fachada, se erige sobre una superficie de seis hectáreas cerca del Parlamento en el barrio de Lingwala, y está financiado totalmente por Corea del Sur con 21 millones de dólares.
En la sala de exposiciones temporales se pueden observar instrumentos como el tradicional tambor de madera y hendidura lokole, que rememora siglos de historia, usado en sus inicios como un medio de comunicación (para anunciar, por ejemplo, la muerte de una persona al resto de tribus).
El lokole, de hecho, se convirtió en los años setenta en un instrumento musical clave de la campaña de «autenticidad» impulsada por el dictador Mobutu Sese Seko.
Una campaña que, a golpe de decreto y rumba, buscó preservar y redescubrir la tradición congoleña frente a los hábitos occidentales importados durante la colonización belga: rebautizando el país como República de Zaire (1971) y Leopoldville como Kinshasa, y obligando a la población a abandonar sus nombres cristianos y el uso de la corbata.
En la sala de exposiciones permanentes destaca, por su parte, un recorrido que abarca desde los orígenes de la humanidad en la RDC hasta su primer traspaso pacífico de poder, ocurrido en las pasadas elecciones de 2018, que dieron la presidencia a Félix Tshisekedi, quien este sábado inaugurará el museo por todo lo alto.
En este espacio se aborda «desde el nacimiento hasta la vejez y todas las iniciaciones intermedias; incluido el matrimonio, el buen gobierno, el arte de la curación, la medicina o la vida en el más allá», detalla a Efe Banyata.
Piedras talladas y flechas de metal y madera fabricadas para cazar, así como máscaras y trajes de la tribu pende (centro de RDC) relacionados con ritos de duelo, de unión o de toma de poder ocupan esta sala; en la que se celebra el ciclo vital del hombre y sus expresiones culturales.
«Aquí está estrictamente prohibido hacer fotos», advierte Félix Kisabaka, un guía del museo, quien recalca a Efe que el centro artístico refleja la grandeza del país y su inmensa riqueza cultural.
Antes de su inauguración oficial, el museo ya ha abierto sus puertas para ir ensayando visitas guiadas limitadas. «Es una apertura informal, pero recibimos personas todos los días y de todos los ámbitos: hay familias que vienen, padres que traen a sus hijos, estudiantes y también expatriados», explica Kisabaka.
Una vez inaugurado, añade el guía, «el Museo Nacional será conocido por el público en general y seguirá atrayendo gente».
Entre los 12.000 objetos exhibidos, al menos 1.000 han sido recuperados de Bélgica, potencia que bajo el dominio personal del rey Leopoldo II (1835-1909) masacró a la población local y expolió este gran país -algo más grande que Alemania, España, Francia, Noruega y Suecia juntos- rico en recursos naturales durante más de cinco décadas, hasta su independencia en 1960.
Fueron devueltos en 1973 por el Museo Real de África Central, situado en la localidad de Tervuren, cerca de Bruselas; y construido como escaparate, en la Exposición Universal de 1897, del Estado Libre del Congo que el rey Leopoldo dirigió como una finca personal con un régimen coactivo que causó al menos diez millones de muertos.
De acuerdo con Banyata, entre las principales motivaciones de los belgas a la hora de arrebatarles incluso sus expresiones artísticas destacan no solo razones científicas -la insaciable curiosidad de coleccionistas europeos-, sino sobre todo políticas y religiosas.
«Era necesario quitarnos nuestra cultura a fin de demostrar a las civilizaciones en Occidente que éramos inferiores a aquellos que debían civilizarnos. De esta manera, se justificaba la colonización», apunta este historiador.
En cuanto al motivo religioso, estos objetos extraños eran diabólicos a ojos del extranjero, según apunta Banyata, por lo que debían ser apartados del día a día de sus gentes y reemplazados por otros.
«Exigimos que nos los devuelvan, porque hay objetos que han ido a parar a Bélgica legalmente pero otros muchos lo han hecho de forma ilegal», demanda el historiador, quien apuesta por un mayor compromiso del Gobierno congoleño y la elaboración de inventarios.
«El objetivo era despojarnos de aquello que más tarde acumularon en Occidente y en otros lugares», añade el director del flamante Museo Nacional, que encarna la nada desdeñable misión de permitir a la República Democrática del Congo narrar su propia historia.
Autor: Prince Yassa
Fuentes: https://www.efe.com/efe/espana/destacada/rd-del-congo-ensalza-su-propia-historia-en-el-mayor-museo-de-africa-central/10011-4115087

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