Zambia es uno de los países más pobres del mundo. Tiene un PIB per cápita de poco más de mil euros, pero ocho de cada diez ciudadanos viven por debajo del umbral de la pobreza. Sin embargo, es un país rico en medio natural. Tiene 635 zonas verdes protegidas y 20 de ellas son consideradas parques nacionales. Pese a ello, la caza furtiva es una práctica habitual y supone un auténtico problema. Las últimas investigaciones aseguran que es mayor de lo que se creía. Neddy Mulimo lleva cuatro décadas intentando frenar este fenómeno. Lo hace para proteger la vida silvestre, pero también para que «las generaciones venideras puedan disfrutar de estos bellos animales». Su labor le ha hecho merecedor del Premio de Conservación Tusk de este año, unos galardones creados en 2013 en Reino Unido para reconocer el trabajo de los conservacionistas africanos, cuya labor es casi heroica.
El flamante ganador de este año nació hace 66 años en la capital de Zambia, Lusaka. Sin embargo, desde pequeño sintió una gran conexión con la naturaleza. Enseguida comprendió también su valor económico. «Si un país no tiene animales, está medio muerto», asegura. Con apenas 20 años, tras acabar la formación militar, empezó a trabajar en la Sociedad de Conservación para la Vida Silvestre. Fue destinado al parque Kafue. Allí se le ocurrió que la manera de cazar a los cazadores sin riesgo era excavar trincheras para vigilar. Tuvo éxito. Pero como en todo en la vida, también tuvo que hacer «grandes sacrificios personales», admite. Entre ellos, pasar largos períodos lejos de la familia -tiene cinco hijos-, con comida escasa, patrullando por las noches para sorprender a los cazadores…
Aún no ve cerca la jubilación: «No tengo ninguna intención de retirarme». Su vida es, en el fondo, el medio natural. Es una figura «increíblemente respetada y conocida en las comunidades locales», señala el jurado que le ha concedido la distinción. Tras su experiencia en Kafue, le pidieron que se uniera al departamento de Parques Nacionales y estuvo siete años viajando de uno a otro hasta que le asignaron el de Blue Lagoon, un paraíso para antílopes y cebras. Allí el problema con la caza furtiva era mayúsculo. Su empeño consiguió aumentar los arrestos de quienes infringían la ley para llevarse un trofeo animal. Era tan feroz como un león y tan astuto como un zorro. Los locales le apodaron ‘Neddy, el de Blue Lagoon’. «Es un guardabosques verdaderamente excepcional», desliza Charlie Mayhew, director de Tusk. «Se nota en la pasión y el empuje con los que trabaja», continúa. Su ímpetu no se frena ni cuando recibe malas noticias, como la muerte de algún compañero, que es bastante habitual. Él mismo ha puesto su vida en peligro varias veces. Solo en el último año han muerto un centenar de sus colegas en el cumplimiento de su deber, señalan desde la Asociación de Guardabosques de África.
En 2007, sus superiores le pidieron que se mudara a la ciudad de Mumbwa para coordinar todas las operaciones contra la caza furtiva en la región, incluido el Parque Kafue, que tiene una extensión de más de 22.000 kilómetros cuadrados. Confiaban en que replicaría el éxito obtenido en Blue Lagoon. También se implicó para mejora las condiciones de trabajo del sector. Su gestión fue tan brillante que llamó la atención de muchos. Entre ellos, del ‘jefazo’ de los Game Rangers International, una unidad de guardabosques de élite. Sport Beattie le convenció para que se uniera a SU ONG. Durante este tiempo, sigue sumando éxitos: han confiscado 570 armas de fuego, han eliminado 2.660 trampas y han detenido a 1.250 cazadores. No se pone límites: «Acepto los retos que se me presentan. Sé que siempre debo encontrar una respuesta al problema».
Autor: J. Fernandez
Fuentes: https://www.elcorreo.com/
